Thursday 16 August 2007

Entre sus recuerdos, se dibuja una rosa de colores indefinidos. Esos sueños de recurrencia máxima eran su pudor y su extrañeza, eran su esperanza y su desilusión, su marca y su punto de partida. Entre sus recuerdos hay cintas, tal vez especificando lazos de algun evento no consecutivo, cintas en una caja, tal vez llena de cartas, tal vez llena de nada, o quizás otra de las invenciones de su cabeza. No era raro que los recuerdos fueran una mera ilusión, una mentira, un juego de imágenes que se deslizaban y se enrollaban en su mente, sucesiones de inventos que se alejan de una realidad certera.
El invierno habia desatado su crudeza aquel mes. Las hojas se quebraban al contacto de las pisadas, el agua era rígida, el aire era de vapor... Caminar era el más doloroso de los intentos por comprender. Detuvo un rato su caminar, miro hacia el cielo.
Nada.
No había sido como aquel día templado, cuando ambos miraron hacia el mismo cielo, y sin embargo estando en el mismo lugar ya no merecía un reflejo o un esbozo de sonrisa. No podía ser cierto que aquel día hubiese muerto luego de ponerse el sol, luego de acabados amaneceres y rojos de furia, luego de carcajadas y promesas varias, luego de incidentes sin destino ni origen.
Mejor volver, como si aquel verano jamas hubiese existido, olvidar, comerse las palabras.
Entre sus recuerdos figuran unos lentes. La caja está algo oxidada y herrumbada, el tiempo no quiso ser clemente, probablemente aquella caja estuviese plagada de recuerdos robados, de objetos perdidos, que lástima que ya no esté para poder preguntarle.

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