Saturday 29 December 2007

La noche

que insipidas son a veces las sensaciones. de esos nudos que se eternizan en un lugar sin querer disolverse, a veces es mejor largarse a leer, a hacer algo mas importante o mas constructivo para la mente. Suena la musica en todos lados. La mente es un arma poderosa y destructiva, muchas veces las personas terminan volandose la cabeza por culpa de esta, -me llaman donde no veo la salida- deteniendo con eso todo, cualquier progreso cualquier historia tejida entre nudos e hilos.
Las estrellas alla afuera tintineaban con ese sonido tan particular de las noches de verano, llamando a las personas al encuentro casual de las calles sin brillo, las calles de tierra de lugares remotos donde nada pasa en el amanecer, donde los sonidos se intensifican con el rocio de la mañana. Las estrellas tintineaban en el lugar donde la soledad de todas formas hacia de las suyas impregnandose de compañia inexistente, remojandose en los pensamientos de las personas que anhelan la compañia mutua de otra, de esas que solo anhelan una conversacion de cosas triviales, unas risas compasivas y luego cerrar los ojos para dormirse eternamente hasta el amanecer plagado de agua, amanecer rosa, amanecer distante.
Fue una de esas noches cuando salio, con mirada distante mientras el viento del este soplaba determinado sin compasión, ululando en su dialogo permanente con las lechuzas, desvastando las pequeñas terrazas de hormigas en su duro trabajo...
Fue por esos dias que llego poniendo su sombrero sobre la vitrina del bazar. Necesitaba trabajo y lo necesitaba urgente, no importaba donde ni como, pero necesitaba una forma de subsistir. Venia caminando desde lejos y sus zapatos denotaban el polvo de los dias en penumbras de tanto peregrinar sin camino aparente. El hombre del bazar lo miro con perplejidad mientras desconfiaba de su pelo sucio por el viaje y sus manos quemadas por el sol. Podria cantarle, podria bailarle, podria... De un empujon ya no existia mas en ese lugar sino que seguia caminando hacia cualquier lado, caminando sin camino sin destino sin lugar, cantando y pensando sin pensar, llego a la callejuela de tierra inundada de plantas donde las paredes del abandonado teatro se alzaban vestidas de hiedra.
No, no eran verdad esas palabras. Las falacias incerteras se apoderaban de la pieza. Era mentira, mentira como tantas cosas, mentira sin lugar, mentira sin dudas... la verdad tenia siempre que ser mas bella que un aparataje de palabras secas. Debian comprar flores. Debian hacer el tramite tan tipico y tan duro, tan frio, tan inutil. Las flores eran la prioridad, y nadie en la casa, nadie mas tenia porque saber nada, nada, ni indicios del accidente, solo un accidente natural, un shock, un paro cardiaco, un accidente vascular, una embolia, total ya tenia la edad suficiente para despacharse.
Habia pasado a mejor vida anoche y habia que comprar flores.
Tenia la indecencia de decirle que su muerte habia sido accidental, pero faltando a la verdad. No, Lo mas importante era comprar las flores. Eran las 3 de la mañana.